Mientras más se acercan al río Rauvin, pueden ver las casas y granjas que se han erigido en este lugar antes inhóspito. El comienzo del invierno debería ser un periodo difícil para estas personas, sin embargo se las puede ver sonriendo y saludando a los diferentes mercaderes que transitan con frecuencia.
Los habitantes del Norte son conocidos por ser personas dedicadas e incansables, capaces de adaptarse en los terrenos más difíciles y sobrevivir los ataques más desastrosos. Sin embargo, a pesar de esas cualidades, ver a los khondazanos del Norte felices es uno de los escenarios más extraños que hayan visto en su vida. Aterrador, hasta en cierto sentido, lo mucho que la ciudad de Arrowtown les ha cambiado la vida a estas personas.
A la distancia, sobre una meseta, se pueden ver los muros de Arrowtown. No tan imponentes como la antigua muralla de Deadsnows, pero de una arquitectura única y una longitud sólo comparable a las barreras de grandes metrópolis. Un riachuelo del río Rauvin cruza toda la ciudad, casi dividiéndola y una tremenda torre desafía los cielos, sirviendo de guía para los viajeros como de amedrentación para los enemigos.
A pesar de que sus muros están terminados, se puede ver a diferentes artesanos trabajando en la construcción de defensas y armamento de guerra, así como patrullas constantes que vigilan por sobre los muros en busca de enemigos. En el camino principal, lujosamente hecho de piedra, se forma una fila de horas, dónde los mercaderes son inspeccionados por los guardias a cargo del ingreso a la ciudad.
Al entrar en la ciudad, no pueden evitar sentirse impresionados. Son recibidos por la energía del Bazar Central, en dónde cientos o miles de personas hacen comercio. El camino principal de piedra recorre la ciudad desde la Puerta Sur hasta la Puerta Norte. Incluso las casas en peores estados son robustas.
La creciente ciudad de Arrowtown. El centro comercial de Rauvin. Una ciudad llena de vida.
